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lunes, 6 de agosto de 2012

Los tres trillizos

Noche de mediados de julio

Se celebra un acto oficial de la Casa Real en la Gran Vía. Una de las hijas de la infanta Cristina y Urdangarín tiene que recorrer una alfombra roja hasta llegar a una pequeña carroza. Lleva a sus hermanos trillizos en los brazos y yo, que estoy allí, voy hasta ella para ayudarla a llegar sana y salva. La cojo a ella y a sus hermanos (ellos son de grandes como un dedo de la mano) y los llevo hasta la carroza. Otra infanta (producto de mi imaginación) está al lado de la carroza y me agradece muchísimo lo que he hecho por sus sobrinos. Los trillizos son muy raros, además de ser muy pequeños, son como un dedo de plastilina casi sin forma. No encuentro a uno de ellos y me entra mucho miedo por si lo he perdido por el camino.
 
Estoy sentada y lo encuentro debajo de mi culo. Yo creo que está muerto porque está oscuro, duro y no se mueve. Se lo digo a la infanta. Ella dice que seguro está bien y despreocupada, lo mete en la carroza junto con los otros niños.  
De vez en cuando me habla de su hermano Felipe y me dice que quiere hacerme unos regalos como agradecimiento. Ella tiene mi edad y es tenista. Me invita a ver la final de un campeonato mundial en el que compite. El país en el que se celebra la final se llama Wimbledon y, aunque no me gusta el tenis, quiero aprovechar el viaje con todos los gastos pagados porque nunca he estado allí.  
También me regala unos bonos de cuatro noches (con sus respectivas cenas) en el hotel Ritz.  
Tres de los bonos los malgasto yendo yo sola y el último pienso en invitar a cenar a mi prima. Tenemos que ir pero siempre pasa algo que nos entretiene. Una de las veces tengo que ir a buscar a mi madre y a mi abuela, están en la calle. Está lloviendo y yo saco un paraguas para resguardar a mi abuela y acompañarla al coche. No quiero llevarlas a su casa porque nos van a cerrar el comedor del hotel pero para evitar la bronca de mi abuela me callo y las acerco.  
Mi prima y yo llegamos al hotel. Son las 22:40 y el encargado nos dice que llegamos por los pelos aunque hay cosas que están agotadas. También nos dice que normalmente las cenas cuestan 6000 € pero que ese día están de oferta y hay un descuento del 50%. A mí me da rabia que estén de promoción justo cuando yo tengo mi invitación, a pesar de que tampoco podría pagar 3000 €.  
Nos sirven una sopa de fideos y de segundo un filete de ternera. Me parece muy cutre y más costando 6000 €. Nos vamos a casa de mi abuela. He quedado para dormir en el hotel con Pedro y se lo tengo que decir a mi prima porque ella pensaba que sería ella la que disfrutase la invitación completa.  
Una vez donde mi abuela, mi madre me dice que el precio de la cena es normal. Tenemos que volver al Ritz a cenar otra vez. Según va pasando la noche me arrepiento de haber escogido ese día porque pienso que no lo estoy aprovechando en el hotel. Pedro ya me está esperando en la habitación y me entra más prisa.  
Vamos a ir con el coche de mi prima. Ella lo empuja desde fuera agarrando la puerta del conductor. Yo le pregunto por qué hace eso. Ella dice que es para ahorrar gasolina y que cuando ya no le quede más remedio arrancará el motor.  
De repente ya no es un coche. Mi prima tiene una moto y yo estoy subida en un carrito de madera para una persona. Llevo un vestido blanco hasta los pies y lo ato a la moto para que me remolque. Cuando arranca, el carro se descontrola y se va hacia ambos lados de la carretera. Tengo la brillante idea de agarrarme a mi prima para no correr peligro. Tenemos que volver donde mi abuela varias veces más.  
Por fin llegamos al hotel. Pensábamos que el comedor estaría cerrado pero sigue entrando gente. Me molesta porque pienso que el encargado nos mintió antes sobre la hora. También me fastidia porque unos guiris están comiendo paella (es muy rara: hay partes de arroz blanco y lo amarillo es una especie de salsa) y lo hubiera preferido a la sopa de antes. Aun así, me pido la paella y ceno otra vez.  
Subo a la habitación y me acuesto con Pedro.  
.......................  
Hay un concurso de baile en un recinto enorme. Está lleno de gente. Llamo por teléfono a Pedro y no contesta. Le veo allí y le digo que estoy harta, que solo le intereso cuando nos vemos porque sabe que se puede acostar conmigo pero que por teléfono pasa de mí. Me dice que si estuviéramos juntos sería distinto pero yo no le creo.  
La gente me anima a concursar pero yo estoy triste y no me apetece. De repente veo a Pedro en el escenario haciendo una coreografía con la canción "Yeah" de Usher. Me molesta ver que él está perfectamente. Me fijo en su forma de bailar y pienso que no lo hace bien y que sus pasos están muy vistos.

1 comentario:

  1. Y más costando 6000e. jajajajajaja La lógica de los sueños, fantástica

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